Gestión Integral del Patrimonio Cultural, en colaboración con el Museo de Naturaleza y Arqueología, y con la financiación del Instituto Canario de Desarrollo Cultural, está desarrollando un proyecto que tiene como objetivo la documentación en tres dimensiones de una veintena de restos humanos pertenecientes a la cultura guanche y que se encuentran custodiados en los fondos del Museo Arqueológico de Tenerife. Para ello se ha empleado una metodología fotogramétrica, consistente en la toma de fotografías de toda la superficie de los diferentes elementos, con las que se realiza posteriormente una reconstrucción en 3D.
La fotogrametría es una técnica de documentación que ha avanzado notablemente en los últimos años en su aplicación al Patrimonio Cultural y trae consigo numerosas ventajas para la conservación, visualización y difusión de los bienes culturales. De hecho, son cada vez más los museos que apuestan por esta tecnología para dar a conocer, de manera innovadora, sus colecciones. Los diferentes modelos generados podrán ser consultados a través de la página web o de la aplicación de Sketchfab, una plataforma que permite visualizar objetos y otros elementos en 3D, concretamente a través de la dirección https://sketchfab.com/cultania.
En este caso, el proyecto dirigido por Josué Ramos y Javier Soler se ha centrado en la documentación de restos de carácter bioantropológico: huesos de todas las partes de la anatomía humana, como tibias, peronés, sacros, pelvis, etc., así como cráneos, mandíbulas e, incluso, restos momificados parcial o completamente. Se ha buscado que su procedencia sea lo más diversa posible, abarcando no solo yacimientos arqueológicos de distintas zonas de Tenerife, sino también de épocas diferentes. Desde excavaciones de la década de 1940 y 1950 realizadas por Luis Diego Cuscoy como la del Llano de Maja (Las Cañadas), Barranco Cruz de las Ánimas (Candelaria), El Masapé (San Juan de la Rambla), Cueva de La Lana (Tacoronte) o Cueva de los Guanches (Tegueste), hasta otras intervenciones más recientes como, por ejemplo, las de Majagora (Guía de Isora), Cueva de San Marcos (Icod de los Vinos) o Mesa del Mar (Tacoronte). Igualmente, se han trabajado restos procedente de colecciones, como la de Villa Benítez (que posee un cráneo en el que aparecen restos de un tumor benigno), o de donaciones (como un cráneo de San Andrés que presenta un interesante ejemplo de trepanación).
La elección de los restos, supervisada directamente por los bioantropólogos Conrado Rodríguez Maffiote y Mercedes Martín Oval, ha pretendido destacar la diversidad de enfermedades y fracturas que se conocen de época aborigen. En este sentido, las enfermedades que presentan los restos van desde las más habituales en poblaciones del pasado, como las vinculadas a procesos degenerativas como la artrosis, la sinusitis o los abscesos, a otras habituales en sociedades con una alta intensidad física como la periostitis (inflamación de los huesos), fracturas (de tabique, por ejemplo), o traumatismos de muy diverso origen, no solo producidos por caídas, sino por el impacto de instrumentos líticos que, como en el caso de un cráneo procedente de Garachico, llegó a afectar a todo el lado derecho de la cabeza causado un importante traumatismo que, sin embargo, fue superado al distinguirse marcas de cicatrización.
Muchas de esas contusiones o fracturas fueron provocadas tras realizar una serie de actividades que, como correr, trepar o saltar, han sido asociadas tradicionalmente con prácticas cotidianas de los guanches. Entre estas últimas destacan, por su singularidad bien documentada en Canarias, los restos que muestran evidencias de trepanación, técnica quirúrgica consistente en realizar incisiones en el cráneo para aliviar su presión y muy vinculadas a la presencia de cefaleas o migrañas. Entre los ejemplos reproducidos destacan algunos en los que se observa cómo, tras la intervención, el hueso cauterizó, lo que indica que el individuo logró sobrevivir a la operación.
Entre los elementos documentados, se cuenta también con restos momificados consistentes en cuerpos casi completos, como por ejemplo un torso con cavidad abdominal que conserva restos de vísceras momificadas, o huesos aislados en los que aún se adhieren tejidos blandos, como el cráneo de una anciana, procedente de Anaga, que conserva parcialmente el cuello, la oreja izquierda y parte de la nariz.