Un estudio publicado hoy , lunes 10 de enero, en la revista Nature Communications ha desvelado el misterio de la vida bajo la mayor plataforma de hielo en la Antártida, en el Mar de Ross, y qué función cumplen estos microorganismos en un ecosistema tan extremo. El trabajo ha sido elaborado por investigadores de instituciones de Austria, Nueva Zelanda, China y Estados Unidos, y en él también ha participado José Manuel González Hernández , del Departamento de Bioquímica, Microbiología, Biología Celular y Genética de la Universidad de La Laguna.
Los investigadores perforaron unos 400 metros de hielo para acceder al océano bajo la plataforma helada y tomar muestras de agua. Tras aplicar modernas técnicas moleculares para estudiar los microorganismos que habitan en esta parte del planeta, encontraron una población abundante y diversa (comparable en número y diversidad a las comunidades del océano abierto) de microorganismos activos que llevan a cabo transformaciones relevantes en el ambiente oscuro bajo el hielo.
Además de identificar estos microorganismos, los responsables del estudio demostraron que están adaptados a generar energía de compuestos de nitrógeno y azufre inorgánicos para fijar el CO 2 disuelto en el agua. Esta nueva biomasa que se genera en la oscuridad mantiene el ecosistema bajo el hielo. Se trata de microorganismos situados en la base de la cadena alimentaria que son responsables de una parte importante del ciclo del carbono.
Estos resultados demuestran que los microorganismos bajo la plataforma de hielo están adaptados a prosperar en las regiones oceánicas más frías pero también más ricas en carbono, al tiempo que desempeñan un papel crucial en el reciclaje de nutrientes. Estos hallazgos revelan cómo los microorganismos en este ambiente convierten el CO 2 en materia orgánica sin necesidad de luz.
Los resultados sugieren que el amonio asociado con el agua de deshielo en la base de la capa de hielo es una fuente importante de energía para la fijación de CO 2 , y por lo tanto tiene un impacto significativo en la composición y la actividad de la comunidad microbiana. Este deshielo se ha incrementado en las últimas décadas debido al calentamiento global y podría tener un impacto en las actividades de los microorganismos que forman parte de la cadena trófica de la cual se beneficien los organismos más complejos.
Toma de muestras al límite
El plan de muestreo había sido cuidadosamente diseñado durante más de un año para los cinco días que duraría la expedición. Sin embargo, durante la campaña las condiciones meteorológicas cambiaron inesperadamente a una niebla persistente y fuertes vientos, lo que obligó a los investigadores a prolongar su estancia tres semanas más.
Las condiciones de la Antártida ya de por sí son difíciles, pero los investigadores se enfrentaron a una situación aún más dura y de incertidumbre sobre el tiempo que se prolongaría y los problemas que podrían surgir. Pasaron tres semanas de escasez de comida diaria, sin aseo o muda de ropa. Además, fracasaron los tres intentos de rescate debido a las condiciones metereológicas. La escasez del combustible puso en peligro la expedición debido a que era necesario para mantener abierto el orificio por el que se tomaban las muestras.
Finalmente consiguieron contactar con una expedición americana que se dirigía a la estación de McMurdo después de un largo viaje en un vehículo incómodo, pero adaptado a las condiciones de la Antártida. Atravesaron una de las zonas más peligrosas de toda la Antártida, esto es, la zona de transición donde confluyen las grandes placas Ross y McMurdo, en la cual hay grandes grietas debido al constante movimiento de las placas. Después de días de viaje, consiguieron por fin llegar a la Base Scott donde procesaron las muestras con la satisfacción de haber salvado la campaña.