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La mitad de las mujeres de Gran Canaria ha sufrido una situación de ciberviolencia machista de tipo sexual, según un estudio pionero en Canarias

Un estudio pionero en el archipiélago revela que el 50 por ciento de las mujeres de Gran Canaria ha sufrido al menos una situación de ciberviolencia machista de carácter sexual en Internet y las Redes Sociales y otro 16 por ciento asegura que tiene alguna amiga o conocida que ha vivido en su piel este reflejo virtual del machismo.

Es uno de los datos que arroja la investigación del proyecto ‘Ciberviolencias machistas: un análisis de la realidad actual en Gran Canaria’, diseñado y desarrollado por la Asociación Opciónate para conocer su impacto en la Isla y fortalecer los mecanismos de prevención, protección y denuncia. La iniciativa ha contado con la financiación de la Consejería de Igualdad del Cabildo.

Además, los datos recabados señalan que casi dos terceras partes de la población femenina entrevistada ha vivido (36,9 por ciento) o conoce (29 por ciento) a alguna mujer de su entorno que ha vivido el cibermachismo en sus relaciones de pareja.

Y todo ello en un entorno digital donde la práctica totalidad de las encuestadas -el 98 por ciento- se ha topado con situaciones y contenidos machistas, con frecuencia en más del 60 por ciento de los casos.

Estos resultados son fruto de una línea de investigación apoyada desarrollada de septiembre a marzo que ha incluido una encuesta online a más de 330 mujeres de Gran Canaria, entrevistas en profundidad a mujeres que han vivido ciberviolencias machistas y un grupo focal con representantes de instituciones locales, insulares y regionales.  

La investigación revela que las mujeres suelen sentir y percibir el entorno virtual como un espacio hostil. “Esto se desprende de las propias interacciones en estos medios, donde el 68% de las mujeres encuestadas creen que en los espacios virtuales las personas son más violentas que en el cara a cara”, resume el documento en sus conclusiones.

Además, se percibe esta situación como “significativamente peor para las mujeres, como lo muestra otra mayoría (el 60 por ciento) que está de acuerdo con que Internet y las Redes Sociales son un espacio de violencia contra las mujeres y niñas”. El 73,6% piensa que el simple hecho de ser mujer es “uno de los motivos o características que suscitan la ciberviolencia”, por debajo de otros como la orientación sexual y la ideología.

Las experiencias de ciberviolencias machistas

En el caso concreto de la ciberviolencia machista de carácter sexual, cristaliza especialmente en la recepción de correos, imágenes o mensajes sexuales de forma reiterada sin haberlo pedido o seguir insistiendo en una conversación sexual después de pedir que parasen.

“Estos acercamientos”, se subraya, “son desde los relativamente inocentes de una invitación de desconocidos, aunque continuos y extendidos, al envío de contenidos inapropiados (las fotopenes), insultos o la respuesta agresiva cuando se les rechaza, o apropiarse y utilizar datos personales o profesionales (dados para acceder a otros servicios) para estos acercamientos. Los medios, más allá de las aplicaciones de contacto, abarcan las redes sociales, incluso las que son dirigidas a la esfera profesional, las aplicaciones de mensajería instantánea o los correos electrónicos”.

Por otro lado, las situaciones más recurrentes de ciberviolencias que tienen lugar en el ámbito de las relaciones de pareja son revisar el móvil para controlar llamadas, WhatsApp o contactos, o utilizar las redes sociales para controlar qué se hacía o con quién.

En tercer lugar, la cosificación sexual de la mujer, los contenidos y comentarios sexistas y misóginos o los ataques por defender ideas feministas destacan especialmente entre los ejemplos de machismo que afloran con persistencia en el universo digital.

Además, existe la percepción de una doble penalización de las mujeres: un trato discriminatorio, humillación y agresividad ante contenidos creados o compartidos por ellas y un juicio violento sexista y basado en los mandatos de género. Como decía una de las entrevistadas, “siempre es insulto como mujer”.

Igualmente, la investigación concluye que “la edad es un factor clave en las experiencias de ciberviolencias machistas”, que se dan más entre la población femenina más joven, probablemente como “mezcla de un mayor uso de las tecnologías, redes sociales y aplicaciones, la socialización como generación ‘nativa digital’, pero también vinculado a la percepción de los riesgos en Internet, especialmente para las mujeres, y una mayor resistencia para abandonar los espacios”.  

El estudio también ha detectado que “la autocensura o la autoexclusión de los espacios es una vertiente que afecta al derecho de la participación de las mujeres en el medio online”. Vinculado a esta situación, y merecedor de especial atención, es la culpabilización en el imaginario social de las mujeres que sufren estas situaciones por “no haber adoptado suficientes medidas de prevención” o “por haberse dejado hacer esa foto o vídeo”, que se interrelaciona con los mensajes de prevención y protección para evitar situaciones de ciberviolencias machistas.

Guía de recursos y propuestas para actuar contra las ciberviolencias machistas

Otro detalle relevante del estudio es que “algo más de la mitad de las mujeres de Gran Canaria encuestadas afirma que sabría dónde dirigirse para poner una denuncia en caso de ciberviolencia machista, o lo que es lo mismo, un 44% de las mujeres encuestadas no sabría a dónde acudir”, lo que deja a la vista una notable laguna en la cadena de denuncia y protección. En este sentido, el proyecto impulsado por Opciónate ha incluido también la elaboración de una guía de recursos.

Las mujeres y organizaciones que han participado en la investigación han dejado sobre la mesa una serie de propuestas para hacer frente a las ciberviolencias machistas que ponen especial énfasis en que esta problemática sea incorporada a la educación y sensibilización en igualdad de género.

Como resultado de este estudio, también se propone una mayor visibilización de esta lacra que contribuya a la identificación de las ciberviolencias machistas, la promoción del uso sano y saludable de las redes sociales e internet, el fomento de la denuncia y la protección activa, así como la desnormalización de este tipo de contenidos y actitudes machistas online.

También se insta a buscar la implicación de redes sociales y plataformas digitales, presionar para la revisión de las políticas de buen uso, incorporar avisos sobre qué contenidos atentan contra los derechos de las mujeres o la gestión del anonimato, entre otras acciones para desalojar al machismo de los amplios espacios que ocupa en el mundo digital.  

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