En este momento estás viendo Apariencia, ¿arma o escudo?

Apariencia, ¿arma o escudo?

  • Categoría de la entrada:OPINIÓN
  • Comentarios de la entrada:Sin comentarios

Es una verdad universal que las primeras impresiones son fundamentales y determinantes. Es la primera imagen que tiene alguien de nosotros, a partir de la cual comienza a concebir sus ideas preliminares sobre nuestra persona.

Ese envoltorio con el que nos presentamos al mundo ha ido evolucionando hasta convertirse en un arma y un escudo, que utilizamos a partes iguales para poder encajar dentro de los cánones de belleza establecidos por la sociedad. Cánones que describen un ideal perfecto e inalcanzable. 

La necesidad de aceptación es inherente al ser humano, somos seres sociables que necesitan de una sociedad para sobrevivir, sin embargo, este impulso instintivo ha ido deteriorándose hasta convertirse en una necesidad tóxica. Hemos aprendido a manipular nuestra propia apariencia para poder cumplir con las expectativas y exigencias y poder así sentirnos aceptados y valorados, no por nosotros mismos, si no por todos aquellos que nos rodean. 

Todo esto se ha visto enfatizado por la influencia de las redes sociales. No dejan de ser un gran medio de comunicación, pero al mismo tiempo han servido de canal para que todas estas tendencias negativas se abran camino. Se han convertido en un mundo paralelo en el que poder cumplir con todo aquello con lo que no podemos en nuestra vida real, un mundo donde la perfección está, fácilmente, al alcance de la mano. 

Pero en el momento en el que cerramos la aplicación, llegan las consecuencias de esas exigencias establecidas para con nuestro aspecto: la decepción, la ansiedad, la perdida de confianza y seguridad… Se ha convertido en una infección que lenta y paulatinamente va afectando y deteriorándonos. 

En este punto es necesario un gran cambio, construir una sociedad que no suprima, discrimine o castigue porque no nos sea posible encajar dentro de unos cánones irreales, sino una donde podamos permitirnos vivir sin miedo al rechazo.

Aunque quizá esto solo sea una utopía que vive en mi mente.

Mar Ramos.

Deja una respuesta