Un nuevo estudio liderado por Sérgio Ávila y colaboradores, entre los que se encuentra la conservadora del Museo de Naturaleza y Arqueología (MUNA), del Cabildo de Tenerife, Esther Martín-González, ha desenterrado pistas sorprendentes sobre cómo las especies marinas de aguas frías lograron extender su rango geográfico hacia el trópico durante las épocas glaciales.
A través del análisis de depósitos fósiles dejados por tsunamis gigantescos en las islas de Santiago (Cabo Verde) y Tenerife (Canarias), los autores demuestran que, durante los periodos glaciales MIS 4 (~68.000 años atrás) y MIS 6 (~170.000 años atrás), ciertas especies de moluscos marinos de aguas frías y templadas colonizaron con éxito regiones tropicales. Estos hallazgos cuestionan la visión tradicional que solo reconoce migraciones hacia latitudes más altas durante los interglaciales cálidos.
Los depósitos estudiados fueron generados por colapsos catastróficos de flancos volcánicos —en Fogo y Las Cañadas, respectivamente—, que provocaron megatsunamis con olas capaces de transportar y preservar una alta diversidad de especies marinas. De hecho, los sedimentos del Tarrafal (Cabo Verde) y Teno Bajo (Tenerife) revelan una biodiversidad notablemente superior a la registrada en playas elevadas de episodios interglaciales como el MIS 5e.
Uno de los aspectos más fascinantes del estudio es cómo estos eventos extremos actúan como cápsulas del tiempo: al depositar y sellar fauna marina durante un instante catastrófico, preservan de forma excepcional una fotografía ecológica de los océanos durante los climas fríos del Pleistoceno.
Este trabajo no solo redefine la comprensión de la biogeografía marina en islas volcánicas, sino que también introduce una nueva herramienta para estudiar la dispersión de especies a lo largo del tiempo: los depósitos de megatsunamis.